EL AYUNO: conociendo la verdad…

La definición del ayuno puede variar cuando este se conceptualiza desde distintas áreas, así la definición de ayuno por parte del Diccionario de la Real Academia Española define al ayuno como: “abstinencia de toda comida y bebida desde las doce de la noche antecedente” (Española, s.f.). Desde el punto de vista médico se define como la situación en la que se encuentra el cuerpo cuando el alimento ingerido ha pasado por procesos digestivos y ha sido metabolizado por la célula. Desde el punto de vista fisiológico, el ayuno se define como la situación metabólica que se circunscribe a la mañana posterior a una noche (10 -14 horas) sin comer. Por otro lado, el concepto nutricional considera al ayuno como el cese total de la ingesta de alimento y el logro de la supervivencia mediante la utilización de los sustratos endógenos almacenados. Estos conceptos consideran una constante, la principal conducta que lleva al estado de ayuno es la privación de alimentos. (Soto, 2000)

Existen cuatro tipos de ayuno: El ayuno voluntario, el involuntario, el terapéutico y el experimental. El ayuno voluntario, es motivado por razones políticas o religiosas; también es posible considerar en este tipo de ayuno a las huelgas de hambre y regímenes dietéticos (ayuno intermitente) ya que a pesar de que estos son por lo regular de carácter parcial, en ocasiones el ayuno es total. El ayuno involuntario se presenta en situaciones de guerra, catástrofes, y naufragios; por falta de recursos económicos en poblaciones del tercer mundo y en situación hospitalaria por anorexia inherente a distintos procesos patológicos como: cáncer de esófago, procesos diarreicos, vómitos frecuentes o en el periodo postoperatorio. El ayuno terapéutico, es empleado bajo supervisión médica en la obesidad mórbida, gastritis aguda o como una situación prequirúrgica. Finalmente, el ayuno experimental es una condición necesaria en investigaciones sobre el hambre, para observaciones fisiológicas y químicas del ayuno, efectos de las dietas hipocalóricas, cambios fisiológicos y comportamiento alimentario, etc. (Barragán-Carmona, 2014)

El ayuno comienza 4 horas después de la última ingesta de alimento, finalizado el proceso de digestión y una vez que cesa el flujo de nutrientes desde el intestino. Es posible considerar el ayuno como la condición metabólica que se produce por las mañanas, cuando no se ha ingerido alimento. Su duración es variable, ya que puede extenderse desde el final del proceso de absorción de nutrientes de la última comida hasta el inicio de la siguiente.

¿Qué ocurre cuando uno se encentra en ayuno? Al inicio del ayuno, se produce un lento descenso de la glucemia, cuando el nivel de glucosa alcanza los 75 mg/dl se produce una disminución en la secreción de la insulina y un aumento en los niveles de glucagón y catecolaminas dando inicio el proceso de glucogenólisis. Posteriormente, el consumo de glucosa en el músculo, tejido adiposo e hígado se reduce; sin embargo, el consumo de glucosa está asegurado para el cerebro y glóbulos rojos, ya que el transporte de glucosa a estos no es regulado por la insulina.

Durante el ayuno, la carencia de aporte externo limita la disponibilidad de glucosa, lo cual se compensa con un incremento en la oxidación de ácidos grasos en el músculo esquelético y en el resto de los tejidos, esto con el objeto de preservar la glicemia para suplir a los tejidos dependientes de glucosa. Las adaptaciones metabólicas en el músculo esquelético que ocurren en estado de ayuno llevan a coordinar una respuesta transcripcional que promueve la utilización lipídica como sustrato energético por parte de las mitocondrias. (Oetinger-G., 2015)

¿Tiene consecuencia el ayunar? Las consecuencias del ayuno van más allá del proceso fisiológico, bajo una condición de ayuno el alimento adquiere un mayor valor al privar a una persona de él. Diversas investigaciones realizadas con humanos y animales han señalado que la preferencia por un alimento se incrementa cuando éste se ingiere al finalizar un estado de privación. Con tal información, se podría sugerir que, si una persona omite comidas o regularmente pasa por periodos de ayuno, es muy probable que al consumir alimentos nuevamente, consuma una mayor cantidad de estos.

Beneficios del ayuno controlado, ayuno intermitente.

  • Normalización de la insulina y la sensibilidad a la leptina, que es la clave para una salud óptima.
  • Normalización de los niveles de grelina, también conocida como “la hormona del hambre”.
  • Reducción de los niveles de triglicéridos.
  • Mejora de los marcadores biológicos de la enfermedad.
  • Reducción de la inflamación y disminución de los radicales libres.
  • Preservar funcionamiento y aprendizaje de la memoria.

Para que sean efectivos los beneficios del ayuno, debe existir una congruencia entre el ayuno y su estilo de vida: alimentación, descanso, manejo del estrés, actividad física y abstinencia de sustancias dañinas. Considere el ayuno como una forma de vida, no como una dieta, incluyendo alimentos saludables cada vez que usted coma. Asimismo, una nutrición adecuada se vuelve aún más importante cuando se ayuna, por lo tanto, sería prudente identificar sus elecciones alimentarias antes de intentar el ayuno. Antes de iniciar un periodo prolongado de ayuno u alguna otra forma, consulte primero con un nutriólogo o médico para que juntos lleven el control.

Bibliografía

Barragán-Carmona, M. d. (2014). Efecto del ayuno sobre la conducta alimentaria en estudiantes universitarios. Revista Mexicana de Trastornos Alimentarios, 5, 124-135. Recuperado el 17 de noviembre de 2017, de http://www.redalyc.org/articuloBasic.oa?id=425741622007

Española, D. d. (s.f.). Real Academia Española. Obtenido de Real Acadeia Española: http://dle.rae.es/?id=4cYckVi|4cYqQMW

Oetinger-G., A. v. (2015). Benefi cios metabólicos de realizar ejercicio en estado de ayuno . Revista Chilena de Nutrición, 42(2), 145-150. Recuperado el 17 de noviembre de 2017, de http://www.redalyc.org/articuloBasic.oa?id=46941117005

Soto, A. (2000). Respuesta endocrino-metabólica en el ayuno prolongado. En A. M. Torre, Nutrición clínica: bases y fundamentos (págs. 67-73). España: DOYMA.