Aprendamos sobre: Hábitos alimentarios

Los hábitos alimentarios se pueden describir como patrones rutinarios de consumo alimentario. Son tendencias para elegir y consumir unos determinados alimentos y a excluir otros. Comprende un conjunto de habilidades que desempeñan el papel de mecanismos de decisión los cuales organizan y orientan la conducta ordinaria y por consiguiente nuestro comportamiento alimentario: lo que comemos y el modo como lo comemos, es decir, el consumo cotidiano de alimentos. Engloban un conjunto de reglas de conducta de carácter rutinario que rigen el comportamiento alimentario y cuyo conocimiento nos ayuda a entender qué comemos y por qué comemos lo que comemos. (Munárriz, 2009).

Una de las características fundamentales de los hábitos alimentarios es su estabilidad, es decir, su resistencia al cambio. La mayoría de los hábitos alimentarios del adulto son costumbres que se han formado muchos años antes, motivo por el que son difíciles de cambiar.

México se encuentra en el ranking mundial de mayor población con sobrepeso u obesidad; no obstante, sólo 10.4% sigue una dieta para bajar de peso y mantener un estado de salud aceptable, de acuerdo con una encuesta de Gabinete de Comunicación Estratégica (GCE). En la búsqueda de culpables de los hábitos alimenticios, el 38.5% de los encuestados atribuyen este problema a la mala alimentación, 24.2% a la mala educación nutrimental, 16.6% al sedentarismo, 7.3% a la dieta “T” conformada por tortas, tamales y tacos, 4.1% a la publicidad en televisión, 0.5% por cuestión genética-factores hereditarios, 6.2%; “otro factor” no especificado, y sólo 2.6% no contestó. En el estudio que Gabinete de Comunicación Estratégica/Kaleydoscopio.mx, aplicó en 800 hogares, 88.7% de los entrevistados asegura no tener un sano régimen alimenticio, mientras que 0.9% no contestó. (Redacción, 2012)

A continuación, se presenta una lista de los 10 peores hábitos alimentarios de los mexicanos:

  1. No desayunar
  2. Desayunar mal
  3. Comer a deshoras
  4. Ingerir comida rápida
  5. Abusar de los refrescos
  6. Abusar de comida dietética
  7. Cenar mucho
  8. Comer lo que sea
  9. Consumo excesivo de sal e irritantes
  10. Tomar poca agua natural

Identificar dichos hábitos puede ser la diferencia entre desarrollar una serie de enfermedades o disfrutar de una buena salud, lucir joven y tener más energía. Los nutriólogos de hoy son más conscientes de que los hábitos alimenticios afectan a las personas debido a una rutina cada vez más trepidante, por lo que han coincidido en que la atención plena de lo que se come es la mejor herramienta para darle al cuerpo los nutrientes necesarios y preservar la salud. (Hernández, 2015).

 

La Organización Mundial de la Salud en su Centro de Prensa, por medio de la nota Descriptiva N°394, en septiembre de 2015, hizo públicas los puntos específicos para tener una alimentación saludable:

  • Los hábitos alimentarios sanos comienzan en los primeros años de vida. La lactancia materna favorece el crecimiento sano y mejora el desarrollo cognitivo; además, puede proporcionar beneficios a largo plazo, como la reducción del riesgo de presentar sobrepeso y obesidad y de sufrir enfermedades no transmisibles en etapas posteriores de la vida.
  • Comer frutas, verduras, legumbres (por ejemplo, lentejas, judías), frutos secos y cereales integrales (por ejemplo, maíz, mijo, avena, trigo o arroz integral no procesados);
  • Al menos 400 g (5 porciones) de frutas y hortalizas al día. Las patatas (papas), batatas (camote, boniato), la mandioca (yuca) y otros tubérculos feculentos no se consideran como frutas ni hortalizas.
  • Limitar el consumo de azúcar libre a menos del 10% de la ingesta calórica total forma parte de una dieta saludable. Para obtener mayores beneficios, se recomienda reducir su consumo a menos del 5% de la ingesta calórica total.
  • Limitar el consumo de grasa al 30% de la ingesta calórica diaria. Las grasas no saturadas (presentes, por ejemplo, los aguacates, los frutos secos, o el aceite de girasol, canola y oliva) son preferibles a las grasas saturadas (presentes, por ejemplo, en la carne grasa, la mantequilla, el aceite de palma y de coco, la nata, el queso y la manteca de cerdo). Las grasas industriales de tipo trans (presentes en los alimentos procesados, la comida rápida, los aperitivos, los alimentos fritos, las pizzas congeladas, los pasteles, las galletas, las margarinas y las pastas para untar) no forman parte de una dieta sana.

 

Bibliografía

Hernández, J. L. (27 de Junio de 2015). SinEmbargo.mx. Obtenido de SinEmbargo.mx: http://www.sinembargo.mx/27-06-2015/1393052

Munárriz, L. Á. (Junio de 2009). Estilos de vida y alimentación. Gazeta de Antropología, 25(1). Recuperado el 22 de Septiembre de 2017, de http://www.ugr.es/~pwlac/G25_27Luis_Alvarez-Amaia_Alvarez.html

Redacción. (05 de Octubre de 2012). Incidencia.com.mx. Obtenido de Incidencia.com.mx: http://incidencia.com.mx/?p=12282

Rodríguez, H. B. (Octubre de 2001). La alimentación y la nutrición en México. Revista de Comercio Exterior, 31(6), 897-904. Recuperado el 06 de Octubre de 2017, de http://revistas.bancomext.gob.mx/rce/magazines/31/6/RCE.pdf